segunda-feira, 16 de abril de 2007

A LUTA NO HAITI, por Michael Deibert


La Lucha de Haïti : De Toussaint Louverture a Jean-Bertrand Aristide...

Entrevista com o jornalista e escritor Michael Deibert concedida a Rodrigo Montealegre da AlterPress em Março de 2007. Michael Deibert faz uma análise histórica e cultural do Haiti, quando esteve lá como correspondente da Reuters entre 2001 e 2003 e escreveu o livro: "Notes from the Last Testament : The Struggle for Haiti" (ainda sem tradução para o português).


Rodrigo Montealegre : ¿Cuál es la lucha de Haití ?

Michael Deibert : La lucha de Haití es la batalla de doscientos años de los haitianos para instituir una democracia responsable y legítima en su país. En un país donde la mayoría de la gente no tiene acceso a la educación y al capital político y económico, la mayoría de la población está muy marginada del poder político. Los líderes políticos haitianos, debido a su incompetencia y mal gobierno activo, no han tenido éxito en encontrar las medidas apropiadas para mejorar las vidas de su pueblo. La comunidad internacional, incluyendo los Estados Unidos, está actuando con frecuencia de una manera inútil y a veces destructiva. En años anteriores, la lucha era con frecuencia entre la mayoría pobre y la minoría rica, entre una gente de piel negra y otra menos oscura. En años recientes, especialmente durante la década pasada, la realidad ha llegado a ser más compleja. Con la vuelta de Aristide a Haití en 1994, surgió una nueva clase negra económica y política, con sus intereses para proteger y ambiciones para defender. Estos intereses y el de la mayoría de la gente pobre no eran siempre lo mismo. Otro aspecto de esta lucha es la marginación de los campesinos del poder político en la capital. Hay luchas estructurales, económicas y políticas, y todas están conectadas.

RM : ¿Por qué Haití está pasando por esta lucha ?

MD : Las razones de la situación política en Haití son complejas. La herencia de la esclavitud y del colonialismo es parte de la razón, pero hay otras razones, ligadas, creo, a la debilidad de las instituciones gubernamentales en Haití. El poder judicial, la policía y otras instituciones, debido a la pobreza del país, son muy vulnerables a la corrupción.
Haití tenía una gran oportunidad para cambiar después de la intervención multinacional en 1994, pero los políticos haitianos y la comunidad internacional perdieron esta oportunidad. La comunidad internacional se marchó demasiado rápido, antes de que las instituciones del país tuvieran verdadero peso. Ellos deseaban un "quick fix", un arreglo rápido, pero Haití requería atención por más tiempo. Los políticos haitianos, especialmente pero no exclusivamente Aristide, no consiguieron construir sobre esta oportunidad ; prefirieron luchar para tener todo el poder político. Aristide procuró establecer cierto tipo de dinastía política pero el resultado fue anarquía y caos. Muchos de sus rivales eran igualmente despiadados, pero menos expertos. Lo que ahora vemos en Haití es una revolución inacabada. Sin embargo, en muchos aspectos, ahora la lucha en Haití no es muy ideológica. Tristemente y con frecuencia, es sobre puro poder. Los agentes políticos están luchando y la mayoría pobre está sufriendo.

RM : ¿Cómo es el clima político en Haití desde el gobierno de Aristide hasta el actual de Préval ?

MD : Históricamente, el clima político en Haití es uno de exclusión económica y de indiferencia por los derechos humanos básicos. Desde 1991 ha habido elecciones, pero los métodos usados por la gente en el poder no cambiaron mucho. Las elecciones solamente no igualan democracia. Una elección no es una excusa para hacer cualquier cosa que se desee, sin consideración de la constitución, la ley o la separación de poderes. Aristide, por ejemplo, fue un líder elegido democráticamente pero que no tenía respeto por las reglas de la democracia. Hemos visto esto en los Estados Unidos con las acciones políticas de la administració n de Bush también, detención sin juicio, uso de la tortura, etc. Estos actos van contra el espíritu y la letra de nuestra constitución. En Haití también vimos este desacato para la constitución de un país. Armar y organizar pandillas por el gobierno haitiano, incluyendo a muchos adolescentes, la destrucción de la separación de poderes, el uso de métodos violentos y corruptos para silenciar a la oposición política, éstos son los crímenes que no se pueden absolver por ninguna elección. Durante el gobierno interino que vino después de Aristide, entre 2004 y 2006, hubo también muchísimos abusos. Algunos de mis amigos fueron asesinados en ese tiempo. El uso de elementos paramilitares —por el dictador Francois Duvalier y su hijo Jean-Claude, por el ejército haitiano, por Aristide y su partido Famni Lavalas— ha servido también para debilitar las instituciones de Haití.
Préval, por su parte, es una figura compleja. No creo que él sea un criminal sanguinario como fueron algunos de los líderes de Haití, pero hay una opinión de que él es muy débil. Preval nunca fue implicado seriamente en actos violentos, y en Haití, eso es algo positivo. Conocí a un hombre haitiano que me dijo que, en los años pasados, la cosa más revolucionaria que se podía hacer en Haití era consolidar una institución. Eso era verdad entonces, y es verdad ahora.

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